miércoles, 10 de septiembre de 2008

LA FAMILIA Y LA TERCERA EDAD

La población anciana es la que con mayor rapidez está creciendo a nivel mundial, y Chile no queda excluido de este comportamiento.
El envejecimiento involucra cierto número de cambios anatómicos, fisiológicos, psicológicos y sociales, es decir, una declinación en la función del organismo como un todo, si bien no todos los órganos envejecen al mismo tiempo.
El envejecimiento de los seres humanos es el resultado de la interacción compleja de varios factores, y en esta etapa no sólo afectan los problemas de salud, sino otro grupo de factores sociales que conllevan a ser considerados los ancianos como difíciles, por quienes los rodean. A pesar de los cambios orgánicos, las modificaciones del aspecto y el empobrecimiento gradual de las capacidades, el anciano no está exento de potencialidades creativas y de necesidades emocionales. La pérdida de ocupaciones en la familia, en el grupo y en el trabajo, conduce a inadaptación social.
La población geriátrica nacional e internacional se caracteriza por un número mayor de representantes del sexo femenino, y por la disminución de esta a medida que avanza la edad y se sobrepasa la expectativa de vida.
El proceso de envejecimiento puede variar de un individuo a otro en cuanto a la edad en que se comienza a hacer perceptible, la rapidez con que evoluciona y la secuencia en que se afectan los distintos órganos y sistemas. Todo esto hace que los adultos mayores formen un grupo de alta heterogeneidad, donde se aprecian grandes diferencias individuales desde el punto fisiopatológico.
Las limitaciones visuales, auditivas, motoras y aquellas de tipo intelectual, reducen su autonomía e independencia en tal medida que el enfoque a la atención de las necesidades que se les presentan a las personas envejecidas debe estar dirigido al cumplimiento de su terapia, con el fin de darle una solución adecuada.
La ancianidad es una etapa vulnerable de la vida relacionada con el incremento de la inadaptabilidad en el núcleo familiar de los ancianos, manifestando sentimientos de soledad y tristeza. Por ello, la aceptación de funciones por parte de los ancianos, parece estar relacionada con la satisfacción de poder ayudar en el hogar en las actividades cotidianas que en él se realizan.
Debemos reflexionar sobre la importancia de planificar estrategias de intervención dirigidas a promover una adecuada salud familiar, a través de un conjunto de acciones que le permitan a la familia desarrollar sus propios recursos psicológicos, y propiciar la autoayuda y la adopción de soluciones adaptativas ante situaciones conflictivas y de crisis.

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