miércoles, 1 de octubre de 2008

ANCIANOS ABANDONADOS

INDIGNANTE SITUACIÓN DE ANCIANOS ABANDONADOS EN HOSPITALES PÚBLICOS
Cada día un adulto mayor es dejado en la puerta de un centro médico del país, ante la indolencia de sus familias. Los cupos en los hogares no dan a basto.

Luis tiene 65 años, salvo los problemas que tiene para desplazarse, está sano. Si aún está en el hospital es simplemente porque después del alta nadie lo fue a buscar y no tiene dónde ir. "Él ya esta con su rehabilitación completa y está de alta hace ya como un mes", indicó Cristián Gálvez, subdirector médico del Instituto Nacional de Geriatría.
Ya prácticamente no hay secuelas del accidente vascular encefálico que lo llevó hasta este lugar. Se puede mover solo, se comunica bien, no necesita apoyo médico constante. Está sano, pero hospitalizado hasta que le encuentren un lugar donde vivir.
De la historia de Luis Altamirano hay pocos datos, sólo que nació en Valdivia, llegó a Santiago a los 18 años. Cuenta que trabajó en dos empresas y que antes de vivir en el hospital arrendaba una pieza.
A pesar de los intentos en el hospital no han dado con hijos, hermanos, otros parientes cercanos o amigos. Después del alta nadie lo fue a buscar. "La verdad es que nosotros hemos visto con bastante preocupación cómo se ha ido incrementando el tema del abandono", aseguró Juana Silva, directora del Instituto Nacional de Geriatría.
No es una realidad aislada, sino todo lo contrario. Un problema creciente que se encuentra en prácticamente todo el sistema público de salud. "He visto pacientes que han llegado al servicio de urgencia, que alguien los ha dejado en la puerta (...) Entonces ha llegado el momento del alta del paciente y nos enfrentamos a un individuo que no sabemos de dónde vino, ni quién es", explica Teresa Alfaro, asistente social del Hospital San José.
De hecho, son los mismos trabajadores de los hospitales los que asumen el papel de reconstruir los vínculos familiares de los ancianos abandonados.
Los abuelos pueden pasar meses antes de conseguir un cupo en un hogar, al que tampoco los van a visitar. Es más, en la mayoría de estos casos las familias ni se enteran qué fue de sus parientes.
Sin embargo, también hay casos en que las familias entienden, asumen la vergüenza y la responsabilidad de hacerse cargo de su ser querido. Por ello, les enseñan y comprometen asistencia médica cuantas veces sea necesario. Así van desocupando camas que siempre son escasas en los hospitales públicos.
"Nosotros hacemos una labor educativa, logramos que la familia empiece a asumir el rol que le corresponde", asevera Laura Silva, asistente social jefe del complejo asistencial Barros Luco.
Pero en otros casos hay que buscar cupo en un hogar y eso también es difícil. Luis, por ejemplo, lleva un mes y medio esperando y eso que su condición de salud hace más factible encontrar lugar. Los otros, los postrados o con secuelas graves de alguna enfermedad, esperan meses.
En la Fundación las Rozas, por ejemplo, hay una lista de espera de 800 ancianos. Así lo confirma Yasmina Barría, subdirectora del área social de la fundación: "Nos llegan casos de distintos hospitales de Santiago, de fuera de Santiago, de consultorios, gente que es víctima de maltrato", relató.
Por suerte existen instituciones de caridad, que aunque son grandes, no logran dar a basto. Incluso ya se habla de un creciente problema país, ya que si hoy el 13 por ciento de la población es adulto mayor, hacia el 2040 será el 25 por ciento.

9/9/2008

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